El pasado fin de semana hemos tenido participación en diversas pruebas con distancias y terreno para todos los gustos
Comenzamos por la madrugada del viernes y para ello, nos desplazamos a Mérida, donde se disputó otra edición más de las Millas Romanas. Esta vez, nos representaban Antonio Rodríguez, que es un veterano en esta prueba, con seis ediciones, Fito que volvía a repetir esta prueba después de muchos años y una novata en esta distancia, Alicia. Pero quien mejor que ellos, para que nos cuenten sus experiencias.
Una edición más de las Millas Romanas. Este año tenía la placer de acompañar a nuestra compañera debutante Alicia.
Se acercaban las siete de la tarde y ya había cientos de corredores esperando en la salida, que esta ubicada en el Acueducto de los Milagros. Este año han cambiado la dirección de carrera, es decir empezando por Mirandilla y terminando por Alange por lo que las dos subidas grandes estaban entre el kilómetro 60 y 80 cuando la carga de kilómetros es mayor.
Lo más destacado de esta edición ha sido el barro y el frío. Las lluvias caídas en estos días han hecho que los caminos estuviesen más embarrados, Dd hecho antes de llegar al primer avituallamiento en Mirandilla ya llevábamos todos los pies llenos de agua y barro ya que era imposible evitarlo.
Subimos la sierra de Cornalvo y de allí a San Pedro de Mérida donde cenamos. Continuamos a Valverde de Mérida, Villagonzalo, La Zarza, donde estaba el desayuno, subimos la sierra de la calderita, uno de los puntos fuertes de esta prueba, continuamos dirección Alange con la subida a su castillo en el kilómetro 80 y quedaban 20 kilómetros todos llanos paralelos al río Guadiana, que nos conducirían a Mérida.
Alicia ha sido una estupenda compañera de carrera además que iba cómoda en todo momento. Hemos hecho casi toda la carrera los dos en solitario. Físicamente está muy bien, es fuerte y las ha hecho sin problema y además super contenta.
Muchas gracias a todos los que de una manera u otra me habéis ayudado a terminar otra edición.
Bueno la segunda vez que termino las millas, la otra hace ya 15 años, cuando hacíamos locuras Jose y yo, ¡qué recuerdos!
Organización de 10, bonita camiseta, ya he hablado del circuito, perfectos los cortes de calles, muchos avituallamientos y al finalizar, plátanos, naranjas, galletas de múltiples sabores, frutos secos, agua, zumo, powerade, cerveza y una medalla, que ya veis en la foto, de las que ya no dan en las medias, que tiemble Mérida porque puede que le haya salido una competidora seria.
Castañar nos recibió con una mañana invernal que amenazaba lluvia, pero que al final, durante la carrera, no hizo acto de presencian. A las 10:00 horas y con el repique de las campanas de fondo, se daba la salida de esta prueba, para que los participantes que tomamos la salida recorriésemos un total de 17 km y 950 metros positivos de desnivel acumulado. Los primeros km transcurren entre caminos y olivares con un sube baja o de estas carreras, pero claro, así no puede ser toda la carrera, algo de emoción y esfuerzo había que añadirle, por eso, en el km 4 nos encontramos con la primera subida, que es la que le da nombre a la carrera, la subida al pico Camorro. Una subida de algo más de un km en el que no se le da tregua a las piernas y en los que acumulas casi la mitad de todo el desnivel de la prueba. Al llegar arriba, nos encontramos con un banco de niebla que hizo que la sensación térmica nos recordase a esas mañanas frías que hemos pasado hace poco tiempo, por lo que no se paró ni para recobrar el aliento. Tras una fuerte bajada por un corta fuego nos metemos en una zona de pistas y senderos estrechos y llenos de agua que recorren un bosque de castaños, que da paso a una zona de pinos en la que se inicia la que será la última subida de esta carrera. Pero no por ser la última tiene que ser fácil, esta subida transcurre por una antigua calzada y unas zonas de rocas sueltas que estaban bastantes resbaladizas como consecuencia de el musgo y el agua caída, pero eso no es impedimento para llegar a la cima. Una vez en la cima, pasamos a una zona rápida de bajada hasta llegar de nuevo a la plaza de Castañar de Ibor, donde se encontraba instalada la meta.